domingo, 7 de febrero de 2010

Enviamos médicos y no soldados

 

  

Enviamos médicos y no soldados
En la Reflexión del 14 de enero, dos días después de la catástrofe de Haití que destruyó ese hermano y vecino país, escribí: “Cuba, a pesar de ser un país pobre y bloqueado, desde hace años viene cooperando con el pueblo haitiano. Alrededor de 400 médicos y especialistas de la salud prestan cooperación gratuita al pueblo haitiano. En 127 de las 137 comunas del país laboran todos los días nuestros médicos. Por otro lado, no menos de 400 jóvenes haitianos se han formado como médicos en nuestra Patria. Trabajarán ahora con el refuerzo de médicos nuestros que viajaron ayer para salvar vidas en esta crítica situación. Pueden movilizarse, por lo tanto, sin especial esfuerzo, hasta mil médicos y especialistas de la salud que ya están casi todos allí y dispuestos a cooperar con cualquier otro Estado que  desee salvar vidas haitianas y rehabilitar heridos.”
“La situación es difícil -nos comunicó la jefa de la Brigada Médica Cubana- pero hemos comenzado ya a salvar vidas.”
 Hora tras hora, de día y de noche, en las pocas instalaciones que quedaron en pie, en casas de campaña o en parques y lugares abiertos, por temor de la población a nuevos temblores, los profesionales cubanos de la salud comenzaron a laborar sin descanso.
La situación era más grave que lo imaginado inicialmente. Decenas de miles de heridos clamaban por auxilio en las calles de Puerto Príncipe, y un número incalculable de personas yacían, vivas o muertas, bajo las ruinas de barro o adobe con que habían sido construidas las viviendas de la inmensa mayoría de la población. Edificios, incluso más sólidos, se derrumbaron. Fue necesario además localizar, en medio de los barrios destruidos, a los médicos haitianos graduados de la ELAM, muchos de los cuales fueron afectados directa o indirectamente por la tragedia.
Funcionarios de Naciones Unidas quedaron atrapados en varios de sus albergues y se perdieron decenas de vidas, incluidos varios de los jefes de la MINUSTAH, una fuerza de Naciones Unidas, y se desconocía el destino de cientos de otros miembros de su personal.
El Palacio Presidencial de Haití se derrumbó. Muchas instalaciones públicas, incluso varias de carácter hospitalario, quedaron en ruinas.
La catástrofe conmovió al mundo, que pudo presenciar lo que estaba ocurriendo a través de las imágenes de los principales canales internacionales de televisión. De todas partes, los gobiernos anunciaron el envío de expertos en rescate, alimentos, medicinas, equipos y otros recursos.
De conformidad con la posición pública formulada por Cuba, personal médico de otras nacionalidades, como españoles, mexicanos, colombianos y de otros países, laboró arduamente junto a nuestros médicos en instalaciones que habíamos improvisado. Organizaciones como la OPS y países amigos como Venezuela y de otras naciones suministraron medicamentos y variados recursos. Una ausencia total de protagonismo y chovinismo caracterizó la conducta intachable de los profesionales cubanos y sus dirigentes.
Cuba, al igual que lo ha hecho en situaciones similares, como cuando el Huracán Katrina causó grandes estragos en la ciudad de Nueva Orleáns y puso en peligro la vida de miles de norteamericanos, ofreció el envío de una brigada médica completa para cooperar con el pueblo de Estados Unidos, un país que, como se conoce, posee inmensos recursos, pero lo que se necesitaba en ese instante eran médicos entrenados y equipados para salvar vidas. Por su ubicación geográfica, más de mil médicos de la Brigada “Henry Reeve” estaban organizados y listos con los medicamentos y equipos pertinentes para partir a cualquier hora del día o de la noche hacia esa ciudad norteamericana. Por nuestra mente no pasó siquiera la idea de que el Presidente de esa nación rechazara la oferta y permitiera que un número de norteamericanos que podían salvarse perdieran la vida. El error de ese Gobierno tal vez consistió en su incapacidad para comprender que el pueblo de Cuba no ve en el pueblo norteamericano un enemigo, ni como culpable de las agresiones que ha sufrido nuestra Patria.
Tampoco aquel Gobierno fue capaz de comprender que nuestro país no necesita mendigar favores o perdones de quienes durante medio siglo han tratado inútilmente de ponernos de rodillas.
Nuestro país, igualmente en el caso de Haití, accedió de inmediato a las solicitudes de sobrevuelo en la región oriental de Cuba y a otras facilidades que requerían las autoridades de Estados Unidos para prestar asistencia lo más rápidamente posible a los ciudadanos norteamericanos y haitianos afectados por el terremoto.
Estas normas han caracterizado la conducta ética de nuestro pueblo que, unido a su ecuanimidad y firmeza, han sido los rasgos permanentes de nuestra política exterior. Eso lo conocen bien cuantos han sido adversarios nuestros en la esfera internacional.
Cuba defenderá firmemente el criterio de que la tragedia que ha tenido lugar en Haití, la nación más pobre del hemisferio occidental, constituye un reto a los países más ricos y poderosos de la comunidad internacional.
Haití es un producto neto del sistema colonial, capitalista imperialista impuesto al mundo. Tanto la esclavitud en Haití como su ulterior pobreza fueron impuestas desde el exterior. El terrible sismo se produce después de la Cumbre de Copenhague, donde fueron pisoteados los derechos más elementales de 192 Estados que forman parte de la Organización de Naciones Unidas.
Tras la tragedia, se ha desatado en Haití una competencia por la adopción precipitada e ilegal de niños y niñas, que obligó a que la UNICEF tomara medidas preventivas contra el desarraigo de muchos niños, que despojaría a familiares allegados de tales derechos.
El número de víctimas mortales sobrepasa ya las cien mil personas. Una elevada cifra de ciudadanos ha perdido brazos o piernas, o ha sufrido fracturas que requieren rehabilitación para el trabajo o el desenvolvimiento de sus vidas.
El 80% del país debe ser reconstruido y crear una economía suficientemente desarrollada para satisfacer las necesidades en la medida de sus capacidades productivas. La reconstrucción de Europa o Japón, a partir de la capacidad productiva y el nivel técnico de la población, era una tarea relativamente sencilla en comparación con el esfuerzo a realizar en Haití. Allí, como en gran parte de África y en otras áreas del Tercer Mundo, es indispensable crear las condiciones para un desarrollo sostenible. En solo 40 años la humanidad tendrá más de  9 mil millones de habitantes, y enfrenta el reto de un cambio climático que los científicos aceptan como una realidad inevitable.
En medio de la tragedia haitiana, sin que nadie sepa cómo y por qué, miles de soldados de las unidades de infantería de marina de Estados Unidos, tropas aerotransportadas de la 82 División y otras fuerzas militares han ocupado el territorio de Haití. Peor aún, ni la Organización de Naciones Unidas, ni el Gobierno de Estados Unidos han ofrecido una explicación a la opinión pública mundial de estos movimientos de fuerzas.
Varios Gobiernos se quejan de que sus medios aéreos no han podido aterrizar y transportar los recursos humanos y técnicos enviados a Haití.
Diversos países anuncian, por su parte, el envío adicional de soldados y equipos militares. Tales hechos, desde mi punto de vista, contribuirían a caotizar y complicar la cooperación internacional, ya de por sí compleja.  Es necesario discutir seriamente el tema y asignar a la Organización de Naciones Unidas el papel rector que le corresponde en este delicado asunto.
Nuestro país cumple una tarea estrictamente humanitaria. En la medida de sus posibilidades contribuirá con los recursos humanos y materiales que estén a su alcance. La voluntad de nuestro pueblo, orgulloso de sus médicos y cooperantes en actividades vitales, es grande y estará a la altura de las circunstancias.
Cualquier cooperación importante que se ofrezca a nuestro país no será rechazada, pero su aceptación estará subordinada por entero a la importancia y trascendencia de la ayuda que se requiera de los recursos humanos de nuestra Patria.
Es justo consignar que, hasta este instante, nuestros modestos medios aéreos y los importantes recursos humanos que Cuba ha puesto a la disposición del pueblo haitiano no han tenido dificultad alguna en llegar a su destino.
¡Enviamos médicos y no soldados!
Fidel Castro Ruz
Enero 23 de 2010
5 y 30 p.m.

Haití

 

El quinto hospital de campaña de la misión médica cubana en Haití quedó listo hoy en la localidad de Arcahaie, como parte de la ayuda brindada por la isla al país caribeño tras el terremoto.El primer paciente, sin embargo, fue atendido la víspera, víctima de un accidente automovilístico en las inmediaciones del centro de salud.
Médicos que contribuían al montaje del hospital, ubicado unos 20 kilómetros al noroeste de esta capital, interrumpieron inmediatamente sus labores para socorrer a Abdiaja Joseph, quien sufrió una compleja lesión en la rótula de su pierna derecha.
Unidad quirúrgica, sala de terapia intensiva, ultrasonido, laboratorio, áreas de hospitalización y rehabilitación, entre otras especialidades, integran la gama de servicios que brinda desde este domingo el hospital, en el cual laboran 26 cooperantes cubanos y médicos haitianos graduados en la isla.
El montaje estuvo a cargo de un equipo de especialistas en electromedicina que, además de armar cuatro instalaciones similares en otras localidades haitiana, atesora la experiencia de hospitales en Indonesia, Paquistán, Nicaragua y Perú.
Según nos explicó el jefe del grupo, Osmín Camero, el quirófano quedó equipado con máquina de anestesia de alta tecnología, mesa de operaciones, aspiradora, lámparas de salón y otros accesorios.
Asímismo, una sala de terapia intensiva con ventiladores pulmonares, bombas perfusoras y monitores, entre otros medios.
Al igual que los cuatro hospitales de campaña establecidos en días recientes en localidades haitianas, el centro es parte de la estrategia cubana de ampliar la cobertura médica en el país luego del terremoto del 12 de enero.
Centros como éste fueron instaurados en Leoganne, Jacmel, Carrefou y Croix des Bouquets, para complementar así la labor de médicos de la isla en tres instalaciones de salud en Puerto Príncipe: La Paz, La Renaissence y Ofatma.
“Se trata de restaurar el sistema de salud nacional, armamos este hospital de campaña en Arcahaie para dar atención primaria y las necesidades más urgentes que existen en el pueblo, pero pensamos en un futuro construir un hospital como tal, para poder dar una mejor atención”, comentó el cirujano Oscar Suárez
La colaboración médica cubana también asume el funcionamiento de cinco Centros de Diagnóstico Integral (CDI), una iniciativa conjunta con Venezuela.
Otros cinco CDI prestarán servicios a la población en breve, con lo cual quedarán cubiertos los 10 departamentos del país.
Cuba comenzó su colaboración con Haití en materia de salud en 1998, tras el paso del huracán George.
Casi cuatro semanas después del terremoto, la misión médica cubana cuenta con casi mil colaboradores, de ellos unos 400 profesionales haitianos formados en la isla.
(Con información de Prensa Latina)